Así hemos quedado tras la evaluación del compromiso que muestran los estados de la UE con la conservación de las especies amenazadas.
El análisis lo hace la IUCN y la comparativa habla por sí sola. La gráfica muestra la proporción de especies de la fauna local que la Lista Roja considera como amenazadas (categorías CR, EN y VU). Como casi siempre, somos los primeros a la hora de dar el cante. Eso sí con Portugal, Grecia e Italia a la zaga ¡Vaya cuadrilla!
Aquí otra comparativa desglosada entre España (19%), Alemania (6%) y Estonia (3%).
Habrá quien diga que algunos países, como es el caso de Alemania, hicieron un buen trabajo (de extinción de especies) a lo largo del pasado siglo. Que las especies desaparecidas deberían haber sido contabilizadas. Que esos números reflejan la mayor riqueza de nuestro territorio y una mayor carga de responsabilidad para nuestro país, que deberían ser tenidas en cuenta. Y no le faltará razón al que esgrima esos argumentos. No habría problema en comprárselos, reconocer el análisis como un aldabonazo digno de consideración y tomando estos datos como referencia, trabajar para acercarnos, al menos, a la media europea. Espera… ¿Quién? ¿Nosotros? En universo paralelo, tal vez.
Con el ninguneo con que estamos recibiendo a la Red Natura (en implantación y recursos), la planificación hidrológica que se nos avecina, el desinterés que mostramos por controlar las especies invasoras o la nueva ley de costas (solo cuatro ejemplos, por no hacerlo demasiado largo), no podemos esperar otra cosa que afianzar nuestro liderazgo en el extremo de los inútiles.
Mencionar por último, que el análisis destaca el mayor riesgo que presenta el conjunto de especies ligadas a los ambientes de agua dulce y que el visón europeo tienen su mención especial en la nota de prensa. Nada que a estas alturas pueda sorprendernos.