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Life LUTREOLA Liberando visones europeos en el río Leitzaran (Gipuzkoa)
Primeros pasos de los trabajos de recuperación de la población de visón europeo en el río Leitzaran (Gipuzkoa). Reportaje emitido el 28 de octubre en el programa Teknopolis (EITB).
El visón y el ombligo
Ayer tuvo lugar el Tercer Seminario Técnico del proyecto Life Lutreola Spain. Un placer, como siempre, escuchar a Tiit Maran, referente indiscutible de la conservación del visón europeo. En el repaso que hizo de la situación actual, destacó a la población del Delta del Danubio como la más importante en cuanto a tamaño, que estimó en 1.000-1.500 ejemplares. La nuestra rondaría los 500 individuos ¿Destronados? Me temo que sí.
Los números son groseros, pero queda poco margen para la duda. Ambas poblaciones tienen problemas comunes y andan sobradas de incertidumbres, pero ya no podemos decir que somos la «reserva visonera», la «última esperanza». 500 visones y bajando. Más vale que dejemos de mirarnos el ombligo, aparquemos la autocomplacencia y nos pongamos a trabajar en serio.
In Danger (que se dice)
Si así no conseguimos salvar al visón europeo ¡apaga y vámonos!
Por cierto… ¿aún no has comprado la camiseta? ¿a qué esperas?
Dudas ¿razonables?
Los que trabajamos con visones no tenemos duda alguna. Hay que sacar al visón americano de nuestros ríos. No hay otra opción. No solo ya por conservar el visón europeo. La diferencia entre tener o no tener visón americano puede llegar a ser espectacular. Hay mucho escrito sobre el impacto negativo que esta especie produce, no me voy a entretener en ello.
Las dudas a las que me voy a referir aquí surgen cuando los medios de comunicación se hacen eco de las campañas de control que se realizan en distintas regiones del país. Ante la noticia, la primera pregunta suele ser ¿Pero… tenemos visones? Y entre la minoría que va más allá se suele oír aquello de ¿Y qué hacen con los visones americanos que capturan? La respuesta suele darse con azúcar. Se utilizan verbos como extraer, retirar o expresiones como la que he utilizado al inicio. Y es que somos conscientes de lo indigesto del mensaje: Para conservar unos animales, hemos de eliminar otros – decimos. Llevamos cuarenta años cantando, cual franciscanos, las excelencias de la vida y ahora nos vemos en la tesitura de ponerle excepciones al discurso. Todos los animales son hijos de Dios, menos el visón americano, el coipú, la almizclera, el mapache,… Con este requiebro es normal que mucha gente tuerza el gesto.
Trajimos al visón americano a Europa hace 90 años. Para criarlo de forma cruel y producir artículos de lujo absolutamente prescindibles. Muchos países de la Unión Europea consideran ya inadmisible este aprovechamiento ganadero. Han acabado con él. Otros, como el nuestro, invierten recursos en el control de las poblaciones asilvestradas al tiempo que son indulgentes (o más bien negligentes) con unos ganaderos que incumplen la reciente legislación sobre bienestar animal (si no el articulado, que aún no es específico para estas explotaciones, sí la filosofía de la ley). La Europa de las dos sensibilidades, que se dice ¿Por qué siempre que hay dos Europas nos toca en el lado de los lentos, los crueles, los torpes o los tontos? Tenemos que hacérnoslo mirar.
Un escenario complicado para explicarle a la sociedad actuaciones que anticipamos ingratas. Ayudaría que la gestión fuera coherente. No lo es y no tiene pinta de que vaya a mejorar a corto plazo. Mientras tanto, a los que dudan decirles que sí, que en España hay visones. Que los de morro blanco arriba y abajo son los nuestros, los buenos. Que quedan pocos. Que los otros, los americanos, deben desaparecer del río y de las granjas. Que en Norteamérica sus poblaciones son boyantes. Que las granjas se pueden cerrar. Alemania, Reino Unido, Holanda, Suiza Austria, Croacia las han prohibido. La que digo, un mensaje jodido.
Desbarajuste en la recta final
Se han cumplido hace unos días diez años de la celebración del congreso de Logroño, aquel que reunió a la flor y nata del mundo visonero. No está de más echar un vistazo a las conclusiones y recomendaciones de las mesas de trabajo. Ni que decir tiene que el tiempo las ha convertido en un brindis al sol. Sonroja releer estos párrafos y ver lo que es hoy la gestión de la especie.
Por otra parte, un marciano preocupado por la conservación de los mamíferos, que aterrizara hoy en nuestro planeta, al consultar la prensa de estos últimos días se hubiera encontrado con esta montaña rusa de optimismo y desesperación (casi a partes iguales):
Con semejante documentación, el alienígena en cuestión no sabría si reír o llorar, hacerse fuerte en el bastión burgalés o darse al vino riojano. Y que no le dé por sumar porcentajes regionales, que la visonada que le sale es como para incluir a la especie en la próxima orden de vedas.
Dicen los que lo han sufrido, que en los estertores de una especie abundan la exageración, la fantasía y las apariciones marianas. El canto del cisne, que se dice. Las señales no dejan lugar a duda. El fin está cerca.